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viernes, 25 de abril de 2014

ALGO SOBRE NUESTRA LUNA. 1 Parte.

Aunque la exploracón directa de la Luna haya dado una respuesta definitiva a muchos interrogantes, la observación desde la Tierra proporciona valiosa información sobre la geología lunar y, por ejemplo, a partir del número de cráteres y de su estratificación se puede deducir la edad relatva de las rocas de una región (cuanto más superpuestos  y numerosos sean, más antigua será el área); midiendo la difusión de la luz solar se puede decir que el suelo lunar está formado principalmente por partículas pequeñas e incoherentes con una elevada porosidad; las técnicas de radar pueden"sondear" la corteza lunar hasta una profundidad de casi 1.300 metros (así se hallaron bolsas de hielo subterráneo en una zona del polo sur lunar; que se atribuyen a los restos de un cometa). Otras muchas informaciones se apoyan en técnicas de observación a distancia con telescopios y en el estudio de fotografías. Por último, las perturbaciones gravitatorias medidas por las sondas de la órbita lunar permiten valorar la distribución de masas con distinta densidad en la Luna. Así se descubrieron los mascons, anomalías gravitatorias negativas detectadas en las cuencas circulares, posiblemente debidas a la colisión en tiempos remotos de enormes asteroides.

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