Posted: 27 Nov 2014 05:00 PM PST
Los
sistemas planetarios en su infancia son normalmente poco más que discos
de gas y polvo en forma de remolino. A lo largo de unos cuantos
millones de años, este gas es atraído hacia el centro del disco donde se
acumula hasta formar una estrella, mientras que el polvo que resta se
acumula en aglomeraciones más y más grandes, los “ladrillos” para la
construcción de los planetas de tipo terrestre (con estructura rocosa).
Los
astrónomos han observado este desarrollo de los discos protoplanetarios
en muchos puntos de nuestra galaxia. Se trata en esencia del mismo
proceso que nuestro sistema solar experimentó al principio de su
historia. Sin embargo, el mecanismo exacto por el cual los discos
planetarios progresan a un ritmo tan rápido como el observado ha sido un
enigma para los científicos durante décadas.
Ahora, un equipo
internacional de investigadores ha proporcionado la primera evidencia
experimental de que el disco protoplanetario de nuestro sistema solar
fue moldeado por un intenso campo magnético que dirigió una cantidad
enorme de gas hacia el Sol en apenas unos pocos millones de años. El
mismo campo magnético pudo propulsar a los granos de polvo situándolos
en rutas de colisión, con el resultado final de choques entre ellos que
forjaron las semillas iniciales de los planetas de tipo terrestre.
Ilustración
de un disco protoplanetario que consiste en una estrella central
rodeada por una nube de gas impregnada por campos magnéticos. Los
objetos en primer plano son granos pétreos de tamaño milimétrico
conocidos como cóndrulos, y que son el objeto principal de este estudio.
(Imagen: Hernán Cañellas / Science / MIT Paleomagnetism Laboratory)
El
equipo de científicos, integrado, entre otros, por Roger Fu y Ben
Weiss, ambos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en
Cambridge, Estados Unidos, analizó una muestra del meteorito de
Semarkona, que cayó en la India en 1940. Este meteorito, como el resto
de los que son ricos en cóndrulos y se denominan condritas, data de los
primeros tiempos de la formación del Sistema Solar. Sin embargo, a
diferencia de la mayoría de los otros, sus componentes han permanecido
relativamente inalterados por el calor y los cambios químicos durante
más de cuatro mil millones años desde su origen. Ello convierte a esta
reliquia cósmica en una importante ventana a la fase más arcaica de la
historia del Sistema Solar.
Imagen aumentada de la sección del
meteorito Semarkona utilizada en este estudio. Los cóndrulos son los
objetos de tamaño milimétrico y de color claro. (Imagen: © MIT
Paleomagnetism Laboratory)
En sus experimentos, los
investigadores extrajeron laboriosamente cóndrulos individuales, de una
pequeña muestra del meteorito, midieron la orientación y la intensidad
magnéticas de cada grano, y calcularon el campo magnético original bajo
el que cada uno de esos granos fue creado. Basándose en sus cálculos, el
grupo ha determinado que el sistema solar primigenio poseyó un campo
magnético tan fuerte como de 5 a 54 microteslas, o sea hasta 100.000
veces más intenso que el que existe actualmente en el espacio
interestelar. Tal campo magnético sería lo bastante fuerte como para
dirigir gas hacia el Sol a un ritmo extremadamente rápido.
La
explicación para la veloz escala de tiempo en la que evolucionan estos
discos (en apenas unos pocos millones de años) ha sido siempre un gran
misterio. Dicha explicación puede que se haya encontrado ahora, puesto
que el campo magnético de aquella etapa arcaica del sistema solar, y
presumiblemente los de otros sistemas solares en formación, fue lo
bastante fuerte como para afectar de manera muy notable al movimiento
del gas a gran escala.
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