Posted: 22 Jan 2015 08:57 PM PST
Hace
casi un siglo, en 1922, la astrónoma Mary Lea Heger descubrió una serie
de extrañas emisiones mezcladas con la luz que nos llega de las
estrellas de nuestra galaxia. La investigadora se topó, en concreto, con
una serie de líneas espectrales inesperadas, que no se correspondían
con las de los elementos que constituyen las estrellas que observaba y
que, por fuerza, debían ser producidas por "algo" desconocido que
existía en el espacio interestelar, entre las estrellas y la Tierra.
Ahora,
y tras analizar la luz procedente de cientos de miles de objetos
celestes dentro de la Vía Láctea, un equipo de astrónomos de la Sloan
Digital Sky Survey (SDSS) de la Universidad Johns Hopkins, ha
conseguido, por primera vez, elaborar un mapa en el que se localizan con
precisión las misteriosas moléculas que, supuestamente, son
responsables de esas extrañas emisiones. El mapa, que puede verse en
alta resolución en este enlace, fue presentado el 8 de enero durante la
225 reunión de la Sociedad Astronómica Americana, que se celebra en
Seattle.
"Observar dónde se encuentran esas misteriosas moléculas
resulta fascinante", asegura Brice Ménard, profesor de Física y
Astronomía en la Johns Hopkins y director de la investigación. Gail
Zasowski, por su parte, otro astrónomo de la Universidad que ha
participado en el proyecto, asegura que "este nuevo mapa requerirá
analizar enormes cantidades de datos y utilizar todo el poder de los
análisis estadísticos".
Tras el descubrimiento de 1922, han sido
muchos los investigadores que han intentado (por ahora sin éxito)
determinar su origen, aunque sí que se ha llegado al consenso de que
esas extrañas estructuras detectadas en la luz estelar se deben a las
emisiones de una extensa variedad de moléculas que se encuentran en el
espacio vacío. Nadie sabe, sin embargo, cuáles, entre los varios miles
de moléculas posibles, pueden ser las responsables de esas "anomalías"
transportadas hasta la Tierra por la luz de las estrellas.
Para
elaborar su mapa, que tampoco las identifica aunque por lo menos las
localiza, los investigadores tuvieron que llevar a cabo dos estudios
diferentes y en paralelo. Así, el ya citado Zasowski dirigió un equipo
que se centró en las zonas más densas de nuestra galaxia, llevando a
cabo observaciones con luz infrarroja, que puede penetrar a través de
las densas nubes de gas y polvo y mostrar estrellas que hasta ahora
habían permanecido ocultas.
Al mismo tiempo, otro astrónomo,
Ting-Wen Lan, capitaneaba el segundo estudio, en el que se utilizó luz
visible para detectar a las misteriosas moléculas que se encuentran por
encima del plano de la galaxia, donde sus "firmas espectrales" son más
débiles y difíciles de localizar.
Ménard, por su parte, trabajó
simultáneamente en ambos equipos, y reconoce que "aún no disponemos de
un mapa completo, pero hemos observado igualmente un buen número de
patrones muy extraños".
Lugares solitarios
El equipo dirigido
por Lan analizó la luz procedente de más de medio millón de estrellas,
galaxias y quasares para detectar a las moléculas por encima y por
debajo del disco de la Vía Láctea. Además, el equipo fue capaz de
observar en la clase de lugares en los que es más probable que las
misteriosas moléculas se agrupen. Algunas se inclinan por las regiones
más densas, donde las nubes de gas y polvo son más espesas, mientras que
otras prefieren claramente los lugares solitarios y más alejados del
bullicio de las estrellas.
"Estos resultados -explica Lan-
guiarán a los científicos hacia mejores observaciones y experimentos de
laboratorio que permitan precisar las propiedades y la naturaleza de
estas enigmáticas moléculas".
Zasowski, por su parte, para "echar
un vistazo" hacia el plano galáctico, oculto tras espesas nubes de
polvo cósmico, utilizó datos del estudio APOGEE, también del SDSS, que
gracias a la utilización de luz infrarroja puede "ver" con facilidad a
través del polvo interestelar y medir las propiedades de estrellas de
cualquier parte de la galaxia.
El equipo liderado por Zasowski
logró encontrar algunas de las anomalías que buscaba en los espectros de
la luz de cerca de 60.000 estrellas en un amplio rango de ambientes y
fue capaz, además, de medir el movimiento de las esquivas moléculas.
"Por primera vez -explica el propio Zasowski- hemos podido observar cómo
estas misteriosas moléculas se mueven a través de toda la galaxia. Algo
que es de la máxima utilidad y que nos revelará cuál es la conexión que
existe entre estas moléculas y la dinámica de la Vía Láctea".
En
conjunto, los hallazgos de ambos equipos dibujan un cuadro en el que se
aprecia que estas pequeñas moléculas pueden existir en una amplia
variedad de entornos y por toda la galaxia.vas. Y queda aún mucho por explorar en estos enormes conjuntos de datos. Esto es solo el principio".
"Casi un siglo
después de su descubrimiento -afirma Ménard- la naturaleza exacta de
estas moléculas sigue siendo un misterio, pero ahora estamos un paso más
cerca de entender de qué están hechas. La era del Big Data aplicado a
la Astronomía nos ha permitido observar el Universo de formas totalmente
nue
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