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domingo, 16 de marzo de 2014


Para Yo
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Resumen de Noticias G.A.B.I.E


Posted: 15 Mar 2014 05:00 PM PDT
Un equipo internacional de astrónomos que exploran el disco de gas y polvo alrededor de una estrella cercana han descubierto una nube compacta de gas venenoso formado por continuas colisiones entre un enjambre de cuerpos helados, similares a cometas. Los investigadores sugieren que el enjambre de cometas es, o el remanente de una colisión entre dos mundos helados del tamaño de Marte, o de escombros congelados atrapados y que se concentran por la gravedad de un planeta que aún no se ve.

Usando el telescopio ALMA en Chile, los investigadores mapearon la luz de longitud de onda milimétrica del polvo y monóxido de carbono (CO) de moléculas en un disco alrededor de la estrella brillante de Beta Pictoris. Situada a unos 63 años luz de distancia y de sólo 20 millones de años de edad, la estrella alberga uno de los discos de escomboros más cercanos y brillantes, por lo que es un laboratorio ideal para estudiar el desarrollo temprano de los sistemas planetarios.

"Aunque tóxico para nosotros, el monóxido de carbono es uno de los muchos gases que se encuentran en los cometas y otros cuerpos helados", dijo el miembro del equipo Aki Roberge, astrofísico de Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA. "En el ambiente áspero de una estrella joven, estos objetos con frecuencia chocan y generan fragmentos que liberan polvo, granos de hielo y gases almacenados".

Las imágenes de ALMA revelan un vasto cinturón de monóxido de carbono que se encuentra en los límites del sistema de Beta Pictoris. Gran parte del gas se concentra en un solo grupo situado a unos 13.000 millones de kilómetros de la estrella, es decir, casi tres veces la distancia entre el planeta Neptuno y el sol. La cantidad total de CO observado, dicen los científicos , es superior a 200 billones de toneladas, lo que equivale a alrededor de una sexta parte de la masa de los océanos de la Tierra .

La presencia de todo este gas es una pista de que algo interesante está pasando porque la luz estelar ultravioleta rompe las moléculas de CO en unos 100 años, mucho más rápido que la nube principal puede completar una sola órbita alrededor de la estrella.

Bill Dent, un investigador de la Oficina Conjunta de ALMA en Chile y autor principal de un artículo publicado por Science Express, calculó con su equipo que para compensar la destrucción de las moléculas de CO alrededor de Beta Pictoris un gran cometa debe ser destruido completamente cada cinco minutos. Sólo un enjambre inusualmente masivo y compacto de cometas podría sustentar una tasa de colisión asombrosamente alta.

CINTURÓN DE MONÓXIDO DE CARBONO

Como vemos el disco casi de canto, los datos de ALMA no pueden determinar si el cinturón de monóxido de carbono tiene una sola concentración de gas o dos en lados opuestos de la estrella. Otros estudios de movimiento orbital de la nube de gas pueden aclararlo, pero la evidencia actual favorece un escenario de dos grupos.

En nuestro propio sistema solar, la gravedad de Júpiter ha atrapado a miles de asteroides en dos grupos, uno principal y otro tras el planeta a medida que viaja alrededor del sol. Un planeta gigante situado en los confines del sistema de Beta Pictoris igualmente podría acorralar a los cometas en un par de enjambres masivos.

Los astrónomos han fotografiado directamente un planeta gigante, Beta Pictoris b , con una masa varias veces mayor que Júpiter, que orbita mucho más cerca de la estrella. Aunque sería raro que un planeta gigante se formase hasta 10 veces más lejos, como se requiere para 'pastorear' estos enjambres de cometas, el hipotético planeta podría haberse formado cerca de la estrella y emigró hacia el exterior cuando el joven disco sufrió cambios.

"Creemos que los enjambres de cometas de Beta Pictoris se forman cuando el hipotético planeta migró hacia el exterior, barriendo cuerpos helados en órbitas resonantes", explicó. Cuando los períodos orbitales de los cometas se corresponden con el planeta de alguna relación sencilla - por ejemplo, dos órbitas por cada tres del planeta - los cometas reciben un empujón desde el planeta en el mismo lugar en cada órbita.

Si, sin embargo, el gas en realidad resulta que reside en un único grupo, los investigadores sugieren un escenario alternativo. Un choque entre dos planetas helados del tamaño de Marte hace aproximadamente medio millón de años podría explicar el enjambre de cometas, con choques continuos entre los fragmentos que producen la liberación gradual de gas de monóxido de carbono.





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Posted: 15 Mar 2014 10:34 AM PDT
El telescopio espacial Hubble ha sido testigo de excepción de cómo un asteroide que se dirigía hacia el Sol se dividía en más de diez fragmentos. Es la primera vez que el ser humano logra contemplar en directo la desintegración de una roca espacial de estas características.

En otras ocasiones, en efecto, los científicos han podido ver cómo un cometa, hecho de polvo y hielo, se deshacía literalmente a medida que se acercaba al Sol. Pero nadie había logrado observar hasta ahora este comportamiento en un miembro del cinturón de asteroides, la "escombrera" espacial que forma un anillo de rocas de todos los tamaños justo entre las órbitas de Marte y Júpiter.

"Se trata de una roca sólida -afirma David Jewitt, de la Universidad de California y director de la investigación- y ver cómo se hace pedazos justo delante de tus ojos resulta muy excitante".

El asteroide, llamado P/2013 R3, fue detectado por primera vez el 15 de septiembre de 2013. Dos semanas más tarde, el 1 de octubre, nuevas observaciones desde el observatorio Keck, en Hawaii, revelaron que se trataba de tres cuerpos que se movían juntos y que estaban envueltos en una nube de polvo del diámetro de la Tierra.

"El Keck nos demostró que esa cosa era digna de ser observada con el Hubble -explica Jewitt- . Gracias a su mayor resolución, el telescopio espacial nos mostró que en realidad se trataba de diez objetos incrustados, cada uno de ellos con una cola de polvo similar a la de un cometa. Los cuatro fragmentos mayores tenían más de 400 metros de diámetro, cuatro veces más que la longitud de un campo de fútbol"

Los datos del Hubble mostraron que los fragmentos se alejaban lentamente los unos de los otros, a una velocidad de casi dos km. por hora. El asteroide empezó a escindirse a finales del año pasado, pero se siguen encontrando nuevas piezas, tal y como revelan las imágenes más recientes.

Los investigadores consideran muy improbable que el asteroide se esté desintegrando a causa de la colisión con otra roca, algo que sucedería de forma instantánea y violenta, muy diferente a lo observado. De igual forma, una colisión directa con otro cuerpo habría hecho que los fragmentos se movieran mucho más deprisa de lo que lo hacen. Y tampoco es probable que las piezas del asteroide se estuvieran separando a causa de la presión ejercida por el calentamiento y vaporización del hielo interno.

¿Por qué, entonces, P/2013 R3 se está rompiendo en pedazos? La única explicación plausible que queda es la acción de los rayos solares, que causan que la tasa de rotación de la roca se vaya incrementando gradualmente. De esta forma, sus piezas, como las uvas de un racimo, sucumben a la fuerza centrífuga de su propia rotación y se van separando. La posibilidad teórica que que algo así pueda suceder ha sido objeto de discusiones científicas durante años, pero nunca hasta ahora el proceso había sido observado en directo.

Para que ésta sea la explicación correcta, es necesario que el asteroide tenga una estructura interna muy débil, incluso fracturada, probablemente debido a colisiones anteriores que no llegaron a destruirlo. Se piensa que muchos asteroides sufren serios daños estructurales precisamente por esta causa. Lo que le sucede ahora a P/2013 R3 podría ser consecuencia de una antigua colisión, sucedida incluso hace mil millones de años.

Junto al descubrimiento anterior de otro asteroide activo (P/2013 P5), que contaba con seis colas, este hallazgo subraya la importancia que tiene la presión de los rayos solares en la desintegración de numerosos pequeños asteroides de no más de un kilómetro y medio de diámetro.

Se ha calculado que los restos de P/2013 R3 pesan unas 200.000 toneladas y que en el futuro constituirán una rica fuente de meteoroides. Muchos terminarán cayendo en el Sol, pero una pequeña fracción de estos escombros podría algún día llegar a cruzar nuestros cielos en forma de meteoros.




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Posted: 15 Mar 2014 05:00 AM PDT
Científicos del Instituto Tecnológico de Massachussetts (MIT, por sus siglas en inglés), en Estados Unidos, y la agencia norteamericana del espacio, la NASA, han identificado un proceso en la magnetosfera de la Tierra que refuerza su protección, manteniendo a raya la energía solar entrante.

El campo magnético de la Tierra o magnetosfera se extiende desde el núcleo del planeta hacia el espacio, donde se encuentra con el viento solar, una corriente de partículas emitidas por el sol. En su mayor parte, la magnetosfera actúa como un escudo para proteger la Tierra de esta actividad solar de alta energía.

Pero cuando este campo está en contacto con el campo magnético del sol, un proceso llamado "reconexión magnética", se pueden transmitir poderosas corrientes eléctricas del sol a la atmósfera terrestre, azuzando las tormentas geomagnéticas y los fenómenos meteorológicos espaciales que pueden afectar a los aviones a gran altitud, así como a los astronautas en la estación Espacial Internacional.

Mediante la combinación de observaciones de la tierra y el espacio, el equipo detectó una nube de partículas de plasma de baja energía que esencialmente se mueve a lo largo de las líneas del campo magnético, fluyendo desde la atmósfera inferior de la Tierra hasta decenas de miles de kilómetros sobre la superficie, donde el campo magnético del planeta conecta con el del sol. En esta región, que los científicos llaman el "punto de fusión", la presencia de denso plasma frío retrasa la reconexión magnética, reduciendo los efectos del sol en la Tierra.

"El campo magnético de la Tierra protege la vida en la superficie de todas las consecuencias de estas explosiones solares", afirma John Foster, director asociado del Observatorio Haystack del MIT. "La reconexión despoja algunos de nuestros escudos magnéticos y permite la fuga de energía, fomentando grandes y violentas tormentas. Estos plasmas se dejan arrastrar por el espacio y ralentizan el proceso de reconexión, por lo que el impacto del sol sobre la Tierra es menos violento", describe en la revista 'Science'.

COLUMNAS DE PLASMA

Durante más de una década, los científicos de este observatorio han estudiado los fenómenos de columnas de plasma utilizando una técnica llamada GPS-TEC, en la que los científicos analizan las señales de radio transmitidas desde los satélites GPS a más de 1.000 receptores en tierra. Los grandes eventos del clima espacial, como las tormentas geomagnéticas, pueden alterar las ondas de radio entrantes, una distorsión que los científicos pueden utilizar para determinar la concentración de partículas de plasma en la atmósfera superior.

Usando estos datos, se pueden producir mapas mundiales de dos dimensiones de los fenómenos atmosféricos. Estas observaciones terrestres han ayudado a arrojar luz sobre las características clave de estas columnas, como la frecuencia con la que se producen y lo que hace a algunas más fuertes que otras. Para obtener una imagen más precisa, en tres dimensiones, de toda la magnetosfera, se necesitarían observaciones directamente desde el espacio.

Con este fin, Foster envió a Brian Walsh, del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, los datos que muestran una columna de plasma que emana de la superficie de la Tierra y que se extiende hacia las capas inferiores de la magnetosfera, durante una tormenta solar moderada en enero de 2013. Walsh estudió la fecha analizando las trayectorias orbitales de tres naves espaciales que han estado dando vueltas a la Tierra para estudiar las auroras en la atmósfera.

Las tres naves espaciales se cruzaron con el punto de la magnetosfera en el que Foster había detectado una columna de plasma desde el suelo. El equipo analizó los datos de cada nave y encontró que el mismo frío y denso hilo de plasma se extendía hasta el final hasta que la tormenta solar entraba en contacto con el campo magnético de la Tierra.

Foster asegura que las observaciones desde el espacio validan las mediciones del suelo e, incluso, la combinación de los datos de la tierra y el espacio ofrecen una imagen muy detallada de un mecanismo de defensa natural en la magnetosfera de la Tierra.




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